Una ruina de día... empezando por el parking, ya sabes que las cosas no irán demasiado bien. Es inaceptable que pretendan cobrarte casi 20$ para estacionar el auto por un laberinto endemoniado, mal señalado, etc... donde sí o sí, vas a tener algún rasguño en la carrocería. Fue una experiencia traumática y sólo recomendada para amargar el día a tu peores enemigos. El personal de recepción poco servicial y no se dignan a indicarte la ubicación de los ascensores. La habitación, justa, pero el drama está en la ubicación de la taza del WC: una persona ligeramente ancha de huesos, se dará de bruces con la mampara y la pared: es ridículamente estrecho y "hacer las aguas mayores" se convierte en un sufrimiento. Otro tanto negativo, es que en pleno siglo XXI no dispongan de platos de ducha para los clientes con ciertas limitaciones y/o edades avanzadas, ya que se convierte en una trampa mortal el resbalón!!! Lo único salvable, es el bidet, pieza casi en desuso pero muy útil para higienizar las partes "nobles". Ahhh, y otro crimen: el protector de la funda de la almohada, no sé de que material plástico se trataba, pero se desintegró, cubriendo la cabecera de la cama como si fueran grumos de harina o cualquier otra cosa peor, desplazándose por toda la cama como si fuera arenilla. Y para rematar la función: la neverita en vez de enfriar las bebidas las mantiene en "caliente": algo impensable a puertas de visitar el planeta Marte!! Ah, y el tema del balcón: vaya, unas vistas de infarto...