Este hotel se anuncia como “todo incluido”, pero está lleno de restricciones. No hay servicio a la habitación, el frigobar no tiene uso, y los horarios son limitados para casi todo. La comida es repetitiva y de baja calidad, con snacks básicos y sin opción de pedir alimentos en la alberca o el club de playa.
El club está a varias cuadras, solo abre de 10 a 5 y el transporte pasa cada 30 minutos. Lo más absurdo es que si decides quedarte en el hotel, no puedes comer ahí, ya que el servicio se traslada al club.
Uno de los motivos por los que elegimos este lugar fue el tobogán, pero también opera con horario de 10 a 5, es decir si quieres utilizarlo debes sacrificar un día de playa. El día que decidimos usarlo estaba cerrado por mantenimiento sin aviso. Fue frustrante.
En temporada alta el hotel organizó un curso de verano infantil y las áreas comunes estaban llenas de menores sin supervisión, lo que volvió el ambiente caótico. El restaurante tenía una gran cantidad de moscas y el personal del buffet era insuficiente.
El internet funcionó mal y no hay estacionamiento dentro del hotel, lo que obliga a dejar el auto en la calle. La playa del club, aunque pública, no estaba bien cuidada, a diferencia de otros hoteles que al menos limpian su frente costero.
El personal de recepción fue amable, pero la experiencia general quedó muy por debajo de lo esperado.